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Política

#MarcaPersonal: Adán Gómez y lo que no debemos repetir en esta campaña en Colima

Adán Gómez tenía 59 años. Era chofer y lo mataron cuando hacía su trabajo. El asesinato fue un crimen político y, como muchos otros en Colima y en el país, quedó impune y representa el mejor ejemplo de la violencia que no queremos y que no podemos permitir que se repita en la campaña electoral que comienza este sábado (6 de marzo).

Adán Gómez conducía un camión de transporte público colectivo y, como a tantos otros trabajadores del volante, le tocaba hacer de todo: cargar gasolina, buscar dónde estacionar la unidad, lavarla, ponerle y quitarle publicidad. La noche previa a la elección extraordinaria del 17 de enero de 2016, tuvo que quitar la publicidad electoral (del PAN) que tenía el camión, pues lo estacionaba cerca de una casilla y mantenerla se habría convertido en una violación a la prohibición que hay en la ley de este tipo de anuncios cerca de los sitios de votación.

Un grupo de hombres encapuchados llegó a golpearlo, algunos de los golpes que le dieron con un tubo provocaron que un par de días después perdiera la vida en un hospital.

Adán Gómez es el ejemplo más nítido de la violencia que hemos vivido en Colima en la lucha por la gubernatura y es una manera de hacer política inaceptable.

No tengo demasiadas expectativas en que todas las personas que participan en la contienda entiendan lo que la sociedad colimense espera y necesita de ellos; pero bastaría con que tengan claridad de lo que no estamos dispuestos a tolerar y para definir esos “no” es útil recordar el cochinero en que se convirtieron los procesos electorales de 2015 y 2016.

La violencia es una de las cuatro cosas a las que tenemos que decirle “no” es esta campaña. No a la violencia física, no a la violencia verbal, no a la violencia política de género.

El segundono” es la difamación, la calumnia, la acusación con falsedad, que busca desinformar, confundir y que no respeta la inteligencia de los votantes. Si nos vamos a la campaña de 2015 y la extraordinaria de 2016, recordaremos ejemplos clarísimos de estos excesos. ¿O ya se nos olvidó que el candidato del PAN, Jorge Luis Preciado, en pleno debate acusó al hoy gobernador Ignacio Peralta de ser un narcocandidato, haciendo referencia a los dichos de un hombre que aparecía en un video, siendo encañonado por un grupo de personas armadas y asegurando que trabajan en coordinación con el proyecto priista para hacerse del control de “la plaza” de Colima? Ese hombre apareció muerto. Un video grabado por asesinos, con un interrogatorio o un guión que, por como fue utilizado, sabemos que tenía una intencionalidad política.

O las acusaciones que desde la campaña priista en contra del candidato del PAN de que encabezaba una red de trata de personas y pederastia. Acusaciones que eran tan superfluas que no tuvieron ninguna consecuencia jurídica y que en términos políticos hasta los mismos denunciantes ya las olvidaron y hasta aliados políticos ahora son de quien tachaban de criminal y pederasta.

El tercerno” es meterse con la vida privada de las y los candidatos. Claro que hay rasgos de carácter que pueden tener implicaciones para el quehacer público, pero eso no debe llevar a meterse en la intimidad de las personas y mucho menos a validar la utilización de herramientas ilegales como las intervenciones telefónicas. No olvidemos el espionaje del que fue sujeto el candidato panista en 2015-2016, para mostrar conversaciones de índole estrictamente personal, íntimo… Eso es intolerable.

Y, por último, el cuartono” debería de ser cualquier tipo de intervención de entes que la ley les prohíbe influir en el proceso electoral. Ningún orden de gobierno de gobierno debe meterse a apoyar a unos ni a dañar a otros, ni con recursos financieros, materiales o humanos.

No es aceptable que el Gobierno de México apoyara a la candidata de Morena, ni que el Gobierno del Estado de Colima apoyara a la candidata del PRI, ni que el gobierno municipal de Colima apoyara al candidato de Movimiento Ciudadano. Es igual de inaceptable que no se le ponga freno a las aportaciones económicas ilegales de privados, ya sean de empresarios y empresas legales o de empresas criminales.

Hay muchas cosas que podríamos esperar de la campaña electoral en la contienda por la gubernatura, pero por lo pronto nos basta con que tengan claro los y las candidatas estos cuatro “no”… No es mucho pedir.

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