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Seguridad

The Guardian relata una ‘atmósfera de terror’ que toca a Manzanillo tras ascenso del CJNG

La ‘atmósfera de terror’ derivada del ascenso del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que afecta a Manzanillo, fue relatada por la versión digital del periódico británico The Guardian.

El pasado 2 de abril fue publicado ‘Una atmósfera de terror’: el sangriento ascenso del cártel más importante de México, un trabajo de los periodistas Analy Nuño y Tom Phillips, donde alternando descripciones de escenas de violencia acontecidas en Jalisco en los últimos años, se da cuenta de la inseguridad que se ha desatado en esa entidad, pero también en el occidente de México tras el conflicto entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa (CDS) por el control del puerto colimense y el de Lázaro Cárdenas, en Michoacán.

El trabajo comienza relatando que a mediados de la primavera del 2020, residentes de una zona aledaña al Aeropuerto Internacional de Guadalajara, en Jalisco, se percataron de que un perro deambulaba con un objeto extraño en la boca: resultó ser un antebrazo humano.

Ese no sería el único hallazgo. Equipos de búsqueda localizaron en el barrio de La Piedrera una choza construida con ladrillos rojos, sin techo, rodeada de árboles. Bajo varias capas de tierra oscura encontraron 26 cuerpos envueltos en hojas plásticas, los cuales habrían intentado disolver en ácido, de acuerdo con lo dicho por la activista y defensora de derechos humanos, Guadalupe Aguilar a The Guardian.

De acuerdo con el reportaje, esa zona está controlada por el CJNG, cártel que ha cobrado importancia en los últimos años sobre otras organizaciones criminales, dirigido por Nemesio Oseguera, “El Mencho” como la mayoría lo conoce, un ex oficial de policía que ahora es el principal objetivo mexicano de la Administración de Control de Drogas del gobierno de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Por su captura se ofrece una recompensa récord de 10 millones de dólares.

The Guardian relata que de acuerdo con residentes de la Sierra de Ahuisculco, una cadena montañosa al oeste de Guadalajara, es donde operan campos de entrenamiento tipo paramilitar y laboratorios donde se producen drogas sintéticas cuyo destino es Estados Unidos. Esa zona resulta estratégica para la operación del cártel por su cercanía con los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas, a través de los cuales se contrabandean precursores químicos desde China.

Un habitante de una comunidad ubicada en dicha zona describió cómo grupos de hombres armados vestidos con ropa de combate con las iniciales “CJNG” en sus chalecos antibalas recorrían con frecuencia las calles en vehículos 4×4 de alta gama, algunos portando ametralladoras.

“La Sierra de Ahuisculco también ha sido durante mucho tiempo un refugio para los capos de la droga, cuyas conexiones políticas de alto nivel les permiten evitar la captura y prosperar. Pero en los últimos seis años, los residentes dijeron que la violencia se había vuelto intolerable”, refiere el reportaje.

Otro de los episodios de la ola de violencia que relata el trabajo periodístico es la crisis de personas desaparecidas que afecta a la mayoría del territorio mexicano. Familiares de personas víctimas de desaparición han tenido que adaptar sus vidas a situaciones dolorosas, como las jornadas de búsqueda de personas que realizan en predios, ríos y lotes.

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“‘Nunca he vivido una guerra civil, pero creo que esto es lo que debe ser vivir una guerra. Vives con miedo. Vives en la incertidumbre. Conozco a tres o cuatro personas que han desaparecido. Todos aquí han perdido a alguien”, refiere un habitante de la Sierra de Ahuisculco, de acuerdo con el reportaje.

“Es la hermandad del dolor”, dijo la líder del grupo, Martha Leticia García, de 50 años, mientras esperaban para examinar imágenes de partes del cuerpo desenterradas de una red cada vez mayor de fosas comunes”, abunda.

The Guardian cuenta cómo las familias han tenido que enfrentar de cerca la crueldad de recuperar los cuerpos destruidos de sus seres queridos, producto del actuar del CJNG.

“Cecilia Flores, de 54 años, cuyo hijo de 28 años, Williams, fue secuestrado en 2019. Cuatro meses después, las autoridades le dijeron que algunas partes del cuerpo habían sido recuperadas de una notoria casa de tortura llamada El Mirador. ‘Encontraron una mano, su torso y su antebrazo. Todavía me falta la otra mano y sus piernas’, menciona”.

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